sábado, 20 de octubre de 2007

CRÓNICA IBIZA (la auténtica), by Joserra‏

Aquí teneis la crónica verdadera. Aunque empieza en la carrera a pie. El resto ya está más que contado y recontado.
La crónica de los Romanos solo era el previo. Habria estado chulo seguirla historia y extenderla al resto de la carrera, pero es que no veais lo que cuesta comerse tanto el tarro.
Ahí va:

Aproximadamente km 13 de la maratón (huy, perdón, de los 30 kms quería decir, es que es la costumbre…). Estoy corriendo con mis nuevas super-mega-fashion gafas Oakley Thump Pro. Sí, sí, esas que llevan música incorporada. Llevo un arsenal de canciones variadas para motivarme corriendo. Casi todas son cañeras, aunque hay una carpeta que es de canciones pop-tranquis. Como decía, estoy aproximadamente por el km 13. Llevo un ritmo constante, sin subidas ni bajadas. Me acomodo a ese ritmo de 5’30” el km, lento para mí en otras ocasiones, pero que es lo que puedo ahora. Llevo por delante de mí a Ximo, Tano y Rafa. Joder con Rafa, ¡está loco este romano!!!. Un poco antes, en uno de los típicos eructos para expulsar los gases acumulados por los geles-barritas-isotónicos-coca-colas, me sale un amago de vomitar. No noto el estómago mal, pero inesperadamente casi vomito. Poco después me paro, me apoyo en una pared e intento vaciar el estómago metiéndome los dedos por la boca. No lo consigo. Ando un poco más y luego vuelvo al trote. Me temo lo peor. Empiezo a comerme la cabeza con lo que me puede pasar. Es “duro” ser un “poco fantasma” y que te vayan ganando 3 de tu club.Es más duro pensar que te va a tocar seguir corriendo casi 20 kms luchando contra tu estómago y contra el vacío de piernas.Pero más duro es pensar en retirarse. Ya lo he hecho dos veces, y la experiencia no me gustó nada. Y si lo hacía seguro que me crucifabais, por ser el potencial tercer miembro que iba a puntuar por clubes, ya que daba por seguro que a Rafa lo iba a coger (de esto último, naranjas de la china).Entonces, sobre ese km 13, me entra por los oídos la canción de Hanna “como la vida” (la canción oficial de la Vuelta a España de este año). Y me llega directa al cerebro esta parte de la canción:

Y empecé a ser fuerte
como no a ser valiente
y empecé a correr
sin pensar en el ayer
Y empecé a ser fuerte
a llevarme la corriente
y empecé a comprender
que la vida son 2 días
y que el miedo no te deja andar ni ver

Me automotivo para seguir y aumentar la velocidad. No sé como acabaré, pero lo hago. Soy lo más de lo más, la creme de la creme. A toda mecha y sin miedo. La tonteria me dura 1 km. Otro amago de vómito me hace pararme a un lado e inclinarme intentando echar la papilla. Pero tampoco lo consigo. Vuelvo a correr poco a poco. A los pocos pasos el malestar de estómago se ha esfumado. Tan solo queda la típica pesadez. Esto es raro, raro, raro. Las piernas no son hoy ninguna maravilla, pero por lo menos el estómago me deja correr temporalmente. Me aprieto, aumento un poco el ritmo. La piernas no me duelen, pero las noto vacías y sin chispa. Me he pasado toda la bici al mismo ritmo y pulsaciones, regulando para correr bien, y no me ha valido de nada.
Aumentar ese poco el ritmo me cuesta mucho, quizá demasiado. Voy escuchando voces y gritos de ánimo por distintos puntos del circuito. Son los/las fans del ETC. No reconozco a veces las voces ni el lugar de procedencia, pero sí lo que dicen.
Voy concentrado en mi carrera, en aguantar las piernas a ese ritmo, y en no echar la papilla en cualquier momento. Muchas veces no devuelvo ninguno de los ánimos. Ningún gesto para los que me estan gritando. Suena prepotente, pero es así. A estas alturas de estas carreras largas, lo que cuenta es la cabeza. Y no me quiero distraer. Pero los ánimos los recibo y me ayudan.

El sol se esconde por momentos. Unas amenazadores nubes negras refrescan un poco el ambiente. Parece increíble la diferencia que supone correr con sol o nublado a estas alturas de la carrera. En cuanto se va el sol alargo la zancada y aumento el ritmo inconscientemente.
Por mi cabeza van pasando las “dulces melodías” de Barricada, Rosendo, AC/DC, Extremoduro, Nickelback etc. Me ayudan a la vez que me distraen para seguir corriendo.
Me encuentro en muchos puntos del circuito al resto de compis del club. A veces los veo, a veces los saludo, a veces levanto la mano, a veces le choco la mano o a veces simplemente no les digo nada, porque la procesión va por dentro y con una sola mirada basta.
Al principio de la última vuelta doblo a Pablo. Lo llevo viendo un rato delante y me cuesta recortarle tiempo, mucho más de lo previsto. Solo voy un pelín más rápido, aunque con una vuelta más en las piernas. Nada más pasarlo, me aparto a un lado en otro amago de vomitera. Y nada, que no hay manera. Así tres o cuatro veces más hasta el final. En una de ellas lo hago cerca de donde estaba Miquel,un compañero de Monóvar que rápidamente preparó su cámara de fotos para intentar captar “el vacío de mis entrañas”. Faltó poco para que pillara una imagen de Pulitzer. Cuando levanto la cabeza y lo veo allí preparado con la cámara, casi me parto de risa.

Voy por el final de la tercera vuelta, y ya prácticamente he visto a todos los del club. Me llaman la atención la forma de correr de Antonio y Andrés, totalmente diferente a la del resto de gente que está corriendo como puede a estas alturas. Llevan el cuerpo erguido, con buena zancada y bracear. Se les nota que son corredores. Luego seguramente también caminarán, pero corriendo su imagen es inmejorable.
Entrando al final de la tercera vuelta, un voluntario me dice que entre ya hacia meta. Le digo que de eso nada, que me queda una vuelta. Llevo dos pulseras y todavía me falta una tercera. Lo que pasa es que ya llevaba una de color rosa, la finisher de Lanzarote. Me insiste en que entre a meta y yo le vuelvo a decir que na-nai. A todas estas casi me toca parar a discutir con él. Le digo que esa otra pulsera ya la llevaba antes de la carrera y sigo hacia el final de la tercera vuelta. Enseguida me doy cuenta de que la tercera pulsera que me dan es también de color rosa. Ahora comprendo la confusión del voluntario. Soy culpable, lo reconozco. No debería haberme puesto a correr con una pulsera desde el principio.

La última vuelta se me hace llevadera. Veo que le recorto cada vez más rápido a Rafa. Se nota que ya va sufriendo más de la cuenta. Pero está haciendo un carrerón. La carrera de su vida. Dos o tres kms antes de cogerle, ya sé lo que voy a hacer. Ximo y Tano por delante son inalcanzables, y puedo entrar tercero sin problemas. Pero después de la carrera de Rafa, se me hace difícil pasarle al final para ganarle por 2 o 3 escasos minutos. Se merece ser el tercero del equipo y a la vez que puntúe por primera vez para la clasificación por clubs. Sé que aparecer en las listas seguro que le hace ilusión. Aunque le ganara por tan poca diferencia, su carrera había sido mucho mejor que la mía, así que él se merecía quedar tercero del club.
Lo cojo, a 2’5 kms del final. Me pongo a su lado, para que note mi aliento en el cogote, pero en este caso no para doblegarlo, sino para correr con él hasta el final. Me dice que siga a mi ritmo, que hay que quedar lo mejor posible por equipos. Pero le digo que el tiempo que pudiera ganar seria mínimo y que no iba a cambiar casi nada la clasificación. Me excuso además con que no tengo fuerzas para ir más rápido (era solo una “mentirijilla”,como diria Forrest Gump), haciéndole ver que voy a seguir corriendo a su lado. Me da las gracias por correr con él, y me dice que si no estuviera allí junto a él ya estaría andando y que no puede más. Pero sigue corriendo, mucho más despacio que antes, pero por lo menos no anda. Llegando a meta me quedo unos metros detrás. Le digo que apriete y que entre en meta. Creo que no me entiende bien lo que le digo. Afloja un poco su ritmo en la recta de meta, como un amago para esperarme. “Que no, que aprietes, que todavía nos coge alguno por detrás”, le grito. Acelera un poco hacia meta, pero se da la vuelta otra vez pensando que era algún tipo de táctica y que le iba a meter un apretón justo en meta. Entonces se da cuenta de que iba en serio y se despreocupa de mí, levantando los brazos cuando cruza la meta. Me aseguro de que en la foto finish solo sale él, y entro cinco segundos después. Justo en Meta nos abrazamos junto con Ximo, que ya había llegado.Los tres todavía sudorosos y apretujaos.
¡SOLO NOS FALTA HACERNOS UNAS PAJILLAS!

Carrerón de Ximo y Tano. Sub 7 horas el primero y sin pasárselo a nadie por la cara (Ximet, así no, hay que tener más sangre de killer). 7 horas y un pelín para Tano, sufriendo en la carrera a pie como un condenado por la lesión arrastrada y la falta de kms a pata.
Del resto idem de lo mismo. Sois todos unos campeones. Como dijo Rabasco Junior en la cena post-carrera:
“¡OS QUIERO MUCHO A TODOS!”

Y ESTO ES TODO AMIGOS.

Bueno, casi todo. Una par de frases célebres para acabar la crónica:

“El valor de una persona no se mide por las veces en que lo derriban, sino por las veces en que se levanta y sigue hacia adelante.” (proverbio chino)

“Volveré” (Terminador)

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